Todos en algún momento de
nuestras vidas hemos querido dejarlo todo y empezar desde cero. O incluso
dejarlo todo, pero de verdad... y desaparecer para siempre. No es nada nuevo.
Hoy quiero presentarles tres
ejemplos ilustrativos tres, tan distintos y tan iguales a la vez, en los que los protagonistas se plantean eso de empezar de nuevo:
1) En la película Matrix (la
uno, de las otras dos mejor ni hablamos), uno de esos que tienen cara de malo y
que al final son malos, harto de estar todo el día encerrado delante del
ordenador viendo caer los números verdes raros esos, decide hacer una jugada
maestra y vender a sus compañeros a cambio de un reseteo vital bastante
considerable: pide que se le borre la memoria y convertirse en alguien
importante, quizás un actor. No sabemos si es un guiño de los guionistas para
darle cañita a alguna celebridad con el ego muy subidito, o estaba bien dicho
para su época; pero al final, tanto Matrix, tanto futurismo, tanto ordenador y
tanta conexión, para no preveer que el futuro de un actor es bastante inseguro
y que quizás el bueno de Cifra acabaría sus días autoproduciéndose una serie
online para Youtube, que es lo que se lleva ahora.
SMITH: ¿Tenemos un
acuerdo, señor Reagan?
CIFRA: ¿Sabes? sé que este
filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca, es Matrix la que le está
diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. Después de nueve años ¿sabes de qué
me doy cuenta? La ignorancia es la felicidad.
SMITH: Entonces, tenemos un
trato.
CIFRA: No quiero acordarme
de nada. De nada. ¿Entendido? Y quiero ser rico. No sé, alguien importante,
como un actor.
SMITH: Lo que usted quiera,
señor Reagan.
CIFRA: Está bien. Devuelve
mi cuerpo a una central eléctrica, reinsértame en Matrix y conseguiré lo
que quieras.
SMITH: Los códigos de acceso
al ordenador de Zion.
CIFRA: No, te lo dije. Yo no
los conozco. Te entregaré al que los conoce.
SMITH:
Morfeo.
2) En Plutón BRB Nero, al
final de la serie (ojo: final abierto con posible continuación, y no hago
spoilers de todo lo demás que pasa) por una sucesión de circunstancias
inesperadas que no vienen al caso, deciden abandonar la misión por la que han estado en el espacio meses y más meses: encontrar otro planeta habitable, porque en la Tierra ya no se cabe. Y deciden dedicarse a partir de ahora a hacer eso que siempre han soñado, pero que no han hecho. Y precisamente
al decidir abandonar, llegan a pensar que quizás así, sin agobios, sea cuando la misión se resuelva sola, encuentren otro planeta y todo se solucione.
Hoffman: Ya no podemos seguir
con la misión...
Valladares: Es cierto, es
absurdo...
Querejeta: Pero tampoco
podemos volver a la Tierra...
Valladares: No, no seríamos
bien recibidos...
Hoffman: Nos espera un
consejo de guerra, eso como poco...
Querejeta:¿Y qué? Ya nada
nos ata a la Tierra... (...)
Hoffman: Y quien sabe... a
lo mejor ahora sin tanta presión, vamos y nos encontramos con un planeta...
Querejeta:
Yo si encontramos un planeta no se lo pienso decir a nadie... ¿para qué? ¿para
que lo llenen de rascacielos y se pongan a clonarlo todo?
3) Y para ir acabando, otro
ejemplo de otra serie española, más convencional en todos los sentidos (ni
futuros lejanos ni realidades virtuales: bloque de vecinos con problemas
reales... pero a lo Jose Luis Moreno, es decir, líos de alcoba y más cuernos
que en un saco de caracoles): en La que se Avecina, la mujer del pescadero /
presidente de la comunidad, harta de ver como pasan los años y se va
convirtiendo en un jardín seco y marchito mientra su marido le toca, le toca
cada vez menos, decide tener una relación furtiva con el conserje / jardinero,
y la cosa se vuelve ya tan insostenible para ellos que deciden abandonarlo todo
y empezar una nueva vida en otro sitio. Una fuga inesperada... de las de toda
la vida.
Berta: ¿Qué estará haciendo
Antonio? No le he dejado cena...
Coque: Yo tampoco he regado
las plantas... es lo bueno de fugarse, que uno ya... puede pasar de todo...
Berta: ¿Qué va a ser de
nosotros, Coque?
Coque: No
sé... ¿me da un poco del refresco ese?Como ven, son tres ejemplos tres de cómo se llega a un punto en el que uno se plantea dejarlo todo y escapar, ya que la cosa está tomando un rumbo que no merece la pena... No hay nada más humano que hartarse de todo y querer corregir lo que no nos gusta, pero a lo bestia, cortando por lo sano... Triste es, pero peor visto está el tomarse uno la justicia por su propia mano; o como decían en La Hora Chanante hace ya algunos años atrás: “mira lo que le pasó al tio Onofre, que de tanto darle el sol en la puta cabeza, mató al cura”. Pues eso. Empezar de nuevo. Juzguen ustedes mismos.
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